El mundo no estará evangelizado hasta que cada individuo haya sido expuesto al mensaje salvador de Jesucristo; hasta que a cada persona se la haya concedido la oportunidad de arrepentirse y recibir a Cristo Jesús.
Cuando un periodista me preguntó si pensaba que el mundo estaba sobre-evangelizado, le respondí con otra pregunta: ¿Hay pecado en el mundo? ¿Hay borrachos, adictos de todo tipo, prostitutas, abuso doméstico, abortos, infidelidades, racismo? Si su respuesta es sí, entonces el mundo no está todavía evangelizado.
Mis hermanos, no hemos terminado la tarea que nos fue encomendada, ni siquiera estamos cerca de haberlo logrado. Escuché al Dr. Bill Bright decir una vez que al ritmo que estamos evangelizando ni en cien generaciones alcanzaríamos a la humanidad. El Dr. Bright tenía toda la razón.
Por ello no he bajado la intensidad de mi trabajo de evangelización, y en los últimos tres años estoy haciendo un gran esfuerzo por equipar a la nueva generación.
Durante este tiempo he compartido el seminario “Hábitos que transforman” con miles de pastores, jóvenes y otros creyentes que van la urgencia de la evangelización. Crear conciencia de lo crucial de esta tarea es determinante para lograr el avance que necesitamos. Siento que en estos momentos la iglesia está siendo llamada a un empuje impetuoso. No podemos tomar pasivamente esta tarea; el llamado a la evangelización requiere de una acción determinante.
Donde no se evangeliza la iglesia termina respirándose el aliento los unos de los otros. Nada nuevo ocurre; no hay a quien dar lo recibido, no hay a quien enseñar lo aprendido, no hay ladrillos nuevos para continuar edificando. Por lo tanto, el edificio se estanca.
Refiriéndose a si mismo, Jesús dijo en Lucas 19:10: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”. El objetivo de Jesús en su primera venida fue la salvación de los perdidos.
2da. Pedro 3:9 dice: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”, Es claro que si el Señor desea que “todos procedan al arrepentimiento”, entonces desea que les prediquemos a todos.
Si bien en su primera venida el objetivo de Jesucristo fue salvar a los perdidos, en su segunda venida será levantar a los ya salvos. Eso pone a nuestro trabajo un tiempo límite para accionar. Tenemos que trabajar con ahínco “en tanto que el día dura”. No ayuda lamentarnos por el desperdicio del tiempo pasado; tampoco pensar en dedicar algo de tiempo a la evangelización en el futuro. La única evidencia de compromiso verdadero es hacer algo hoy. Este es el día en el que podemos ser fieles al Señor ganando vidas para su gloria.
¡Animo y pongamos manos en la obra! Nuestra responsabilidad dura, hasta que el mundo crea.